5.2.13

Día dos

Me desperté a eso de las siete y cuarto, y me apuré porque nos pasaban a buscar siete y media. La comida es muy rica acá; Radia trabajaba en la industria del catering, así que se come muy bien. Después de desayunar y prepararme, nos fuimos. Tenemos que tomarnos un taxi para ir a todas partes porque no hay otra manera, los micros son para ir a las afueras de Ciudad del Cabo, no a los distintos barrios; como vivimos en una zona lejos del centro, un barrio llamado Walmer Estate, no nos queda otra que pagar un taxi. Igualmente siempre vamos de a tandas de a ocho mínimo, porque son convis en las que entra mucha gente, y el precio por cada uno es más barato. Walmer Estate me hace acordar a Gonnet, en donde vivo; un barrio re tranquilo donde ni se escucha el ruido de los autos, con casas muy lindas, y a unos quince minutos del centro. Es una zona que está bastante inclinada porque es la que está más cerca de Table Mountain, una montaña que está por detrás’ de la ciudad, visto desde el mar. Debe ser una de las ciudades más lindas del mundo, ya con ver una foto te dan ganas de venirte a vivir; la noche es el momento más lindo en Ciudad del Cabo, definitivamente. Desde nuestra casa se puede ver toda la ciudad llena de luces en la oscuridad, y desde la montaña debe ser todavía más lindo. Hay mucha vida nocturna; la gente sale hasta los días de semana, porque la mayoría de los bares son gratis, pero la joda se termina a eso de las cinco de la mañana, no a las siete u ocho como en Argentina.
Bueno, primer día de clases. Estuve bastante perdida toda la mañana, pero pude arreglármela prácticamente sola.  La primera clase me la perdí porque tuve que hablar con Natasha, parte del staff de EF, sobre el nivel en el que tengo que estar. Me dijo que según el examen online que hice en casa tendría que estar en Advanced, lo cual me sorprendió bastante, porque en el instituto estoy en el upper-intermediate. Me explicó que me iba a poner en el último nivel del upper (B23) y que cada cinco semanas todos los alumnos hacen un examen nivelatorio para poder pasar a un nivel más alto; yo justo llegué en la quinta semana, así que ya me estaban encajando un examen en mi segundo día de clases, o sea, el miércoles. Me dio el paquete de bienvenida, con unas cuantas boludeces útiles como lápiz, lapicera, un bolsito, un sobre para guardar papeles, un mapa de Cape Town con indicaciones, y mi schedule con todos mis horarios. Cuando ya era hora, entré a clase; estoy con cuatro chicas más (una de algún país africano, otra de Alemania, otra de Brasil y la otra ni idea) y con cuatro chicos más (Madjit que vive conmigo, un ecuatoriano, y los otros dos tampoco tengo idea). La profe me dio miedo al principio porque parece re estricta, pero es buena; AMO como se viste, siempre tiene vestidos re lindos, tiene el pelo tipo corte varón muy muy cortito que le queda bárbaro porque tiene linda cara, y me encanta su acento, es lo más parecido al británico que escuché hasta ahora acá. A los sudafricanos les entiendo poco, hablan muy así nomás, rápido, y no modulan, son como muy atropellados para hablar. Los negros tienen como un acento aparte que también me cuesta entender, pero son lo mejor, son muy divertidos y alegres. La gente está loca acá; me hace acordar mucho a Brasil, porque a nadie le importa nada, en el sentido de que está todo bien, no hay ningún problema, y me encanta eso, como que lo necesito.
Después de clases me junté con las colombianas y un par de ecuatorianos a comer a un McDonalld’s que está a unas cuadras del colegio. En el camino nos cruzamos con Jerry y Madjit, y nos invitaron a la playa; obviamente acepté porque es una de las razones por la que vine a Ciudad del Cabo. Así que estuvimos entre arena, sol y mar toda la tarde en Camps Bay, la playa más turística de la ciudad, y muy linda. Me desilusioné muchísimo cuando metí los pies en el agua, está tan congelada que te causa dolor. Yo esperaba por lo menos un poco más de temperatura que en el mar argentino, pero como dije antes, no pego una con las expectativas. Igual no tengo de qué quejarme, hasta con el agua congelada esta playa es mil veces mejor que las de Argentina. Esa misma tarde conocí a Flor, una argentina de Santa Fe que está estudiando traductorado de inglés en Rosario (es de un pueblo de menos de mil habitantes) y que hace cinco semanas que está acá, se va este sábado. Hablamos mucho, y coincidimos en un montón de cosas; por ejemplo, en que somos distintas a los otros argentinos que están acá, que la mayoría son caretas de capital que de lo único que hablan es de cuando viajaron a Miami. Bueno, básicamente eso fue lo que hice en toda la tarde, así que a eso de las seis y media nos estábamos volviendo para casa, yo con hambre y con ganas de sacarme la arena de encima.

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