4.2.13

Día uno

Como ya dije antes, odio los vuelos con todo mi ser, pero este fue el único en mi vida (de los pocos que tomé) que no me hicieron sentirlo como un parto. Así que, THANK YOU SO MUCH, SOUTH AFRICAN AIRWAYS!!!!
Me despedí rápido de mi familia para no amargar la situación, pero igualmente sentí ese vacío existencial tan característico de las despedidas cuando me estaba embarcando. Sola. Por primera vez sola en un aeropuerto, en un avión. La fila en control migratorio fue eterna, hasta que por fin nos subimos al avión, donde intercambié mis primeras palabras en inglés en el día. Las azafatas eran unas negras divinas re buena onda; la comida era bastante rica; cada asiento tenía un televisorcito donde podías ver películas, escuchar música, ver documentales, etc; y lo más importante de todo: apenas hubo turbulencia. Antes de viajar, cuando hice el check-in, me aseguré de elegir un asiento al lado de la ventana, así que lo aproveché bien; vi el amanecer (porque no pude dormir en todo el viaje) y el paisaje africano antes de llegar al aeropuerto de Johannesburgo. Es hermoso, está comprendido por montañas no muy altas, y campos que desde arriba se ven como muchos círculos.
Cuando llegué fue un desastre. No sabía a dónde concha ir, yo sólo seguía a la gente, pero corría es riesgo de que no tuviera que seguir el mismo camino de la gente. Una señora me interrogó después de hacer una fila interminable, y le dije que venía a estudiar inglés durante un mes, mientras le mostraba mis papeles. No creo que le importase mucho porque me dejó pasar así nomás. Buscar mi valija y embarcarme de nuevo fue una odisea. Tenía que ir a la plataforma 7, que era la única alejada de las demás. Pregunté todo, en inglés obviamente, ya me encontraba en suelo africano. No sé cómo mierda hice para despachar la valija después de retirarla, les habré preguntado a cincuenta personas diferentes dónde carajo estaba el lugar para despachar. Por suerte, un pasajero notó mi obvia cara de perdida o retrasada mental, y me ayudó a encontrar el lugar para embarcar; él tenía que tomar el siguiente vuelo a Ciudad del Cabo, así que me quedé sola otra vez. El viaje fue corto, pero llegué media hora tarde porque se tardaron en despegar. En ese momento fue cuando sentí más nervios hasta el momento; tenía que buscar mi valija, y más adelante, a un tipo con un cartel de EF. ¿Qué le iba a decir? ¿Cómo lo iba a saludar? Shit shit shit. Al final no hubo ningún problema (obvio, yo soy la que me hago la cabeza) porque lo encontré, nos dimos la mano (debe ser la primera vez que saludo así) y me llevó hasta la casa de mi nueva familia en un lujoso BMW.
A la mierda las expectativas, nunca le pego. Cuando llegué, me abrió la puerta la hija de mi nueva mamá, Basheera, que debe tener unos veintipico para treinta. Es la persona más loca del mundo, habla todo el tiempo, y te hace cagar de risa; a nadie le puede caer mal Bash. Me mostró la casa, es muy grande y con muchas habitaciones, perfecta para hospedar gente. Después saludé a Jerry, un chico de Austria que está en la casa desde septiembre y se vuelve este sábado. Ahí conocí a Radia, mi mamá por un mes; me saludó con un abrazo, lo que me hizo sentir como en casa, porque no tenía ni idea de cómo se saluda la gente acá. Es re buena persona, siempre está haciendo cosas por nosotros y nos ofrece de todo. Ellas viven en Ciudad del Cabo hace como más de siete años, pero son de Durban, otra ciudad de Sudáfrica, y tienen descendencia india. Después de sacar todas las cosas de la valija y acomodarlas, conocí a tres colombianas de mi edad: Ellie, Ángela y Gigi; a mi room mate, Ariane, de Bélgica; a Madjit, de Arabia; y a Hatim, de Sudán.
Fue una locura ver tantos pibes en una sola casa, todos en la misma situación; sinceramente no me lo esperaba, pero creo que lo prefiero así porque me siento más contenida, no sé. Son todos re buena onda, es fácil llevarse bien con ellos. Fue un día movidito y parecía que hacía meses que no dormía, el avión te deja hecho pelota, así que me fui a la cama bien temprano después de comer, y nerviosa por mi primer día de clases.

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