3.4.13

A la gente sólo la ayuda la gente

Pasó algo terrible en La Plata: una inundación que dejó más de cincuenta muertos, doscientos desaparecidos y miles de evacuados. Cada vez que pongo las noticias los números aumentan, ponen listas de identificados, políticos que se bardean, agua por todos lados; ya no sé qué es peor.
Personalmente, tengo amigos y conocidos que perdieron todo hasta el punto de tener que buscar otro lugar para vivir, y otros que todavía no pude saber nada de ellos. Acá en casa por suerte no nos pasó nada, porque vivo en una zona un poco más alta de lo que es el cuadrado de La Plata y nunca se inunda; hasta tuvimos luz, internet y cable toda la noche... pero todo sin mamá, que no la pasó muy bien que digamos.
Ayer, ella salió de trabajar a eso de las cuatro de la tarde, cuando ya estaba lloviendo bastante fuerte, y antes de salir quiso esperar a que parara un poco. Como vio que no paraba un carajo, agarró el auto y fue para donde pudo, pero en todos lados estaba el agua hasta las manos y toda la calle llena de autos estancados. Hasta ese punto, el nivel del agua estaba casi llegando al piso del auto, así que decidió pararlo y quedarse en el medio de la calle a que pasara algo. No pasó nada hasta las doce del mediodía de hoy, cuando el agua bajó lo suficiente como para arrancar y volver a casa, y nos contó lo feo que la pasó. Estaba desesperada y no sabía qué mierda hacer, y eso que no la pasó tan mal como muchos otros. Yo por mi parte estaba super tranquila porque sabía que tenía que pasar todo esto en algún momento, pero tengo la mala leche de que siempre que hay lluvias de esta magnitud, es durante la noche y mi vieja no está en casa, lo que hace que mi hermana se vuelva la persona más insoportable del mundo entero. Se largaba a llorar por cualquier pelotudez, me rompía la bolas cada dos por tres recordándome la hora que era y que mamá todavía no llegaba, se paranoiqueaba por lo más mínimo, y nada de eso ayudaba a mi capacidad de tranquilizarme mentalmente. Le dije que dejara de romper las bolas y que se fuera a dormir, que para cuando nos despertáramos mamá ya iba a haber llegado, pero no fue así. Me levanté a las seis y cuarto de la mañana como cualquier día se semana, miré por la ventana y el auto no estaba afuera; miré por el ventanal y tampoco estaba adentro. Fui a despertar a mi hermana avisándole que mamá todavía no había llegado, y ahí empezó lo peor. Nos pusimos a llamarla, la línea andaba para el re orto, tanto que como que se interferían todas las comunicaciones, así que cuando marcábamos su número nos atendía cualquiera, y mi hermana flashaba que le habían robado el celular y no sé cuántos disparates más. Todo este quilombo duró toda la mañana, desde las seis hasta las doce del mediodía, cuando finalmente mi vieja apareció en la puerta de casa, con auto y todo.
Por suerte, para distraernos un poco de tanta tragedia, a la tarde cocinamos una rica torta con mi hermana y nos tomamos unos mates, pero yo seguía amargándome viendo las noticias. Todavía no se sabe con exactitud cuántas personas se vieron afectadas, pero son muchas; nunca pasó algo así. Espero que no nos sigamos enterando de cosas más feas, y que podamos volver a la normalidad lo más rápido posible; afortunadamente, todos están muy comunitarios y se está ayudando una banda con todo lo que se puede. Mañana quiero salir de acá, hacer algo por la gente, por amigos y conocidos, por la ciudad, por los perros, por cualquier cosa.
Seguramente haga otra entrada cerrando con todo este tema porque esto es sólo el principio, y esperemos que después no venga algo peor.

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