No hay nada más patético que cuando la vida te amaga terriblemente, por ejemplo, cagándote una salida porque el auto no arranca y no poder organizar con otra persona. El lado bueno es que me quedan cuatro noches más para salir, o simplemente para quedarme boludeando hasta tarde, gracias al fin de semana súper dúper largo.
Ayer fui a lo de Belén con las de LIVE porque festejaba su cumpleaños, y me di cuenta que no sólo están pasando muchas cosas en el colegio, sino también con la gente de afuera. Hablamos de los temas latentes de cada una, así que fue una juntada bastante entretenida. Quedamos en salir a la diagonal 74 mañana a la noche, y no me la pienso perder aunque tenga que caminar los casi cinco kilómetros que me separan del centro.
Por fin empecé con rehabilitación, lo necesitaba con urgencia. Odiaba ir a la casa de la doctora, pero como sólo trabaja a la mañana, no me queda otra que ir a una clínica cerca del colegio a la que fui también el año pasado, y me encanta. Los quinesiólogos son todos re pendejos y muy buena onda, y más allá de que estén más buenos que comer pollo con la mano, es lindo conversar con ellos. Igualmente, ya no veo la hora de terminar con todo esto; no es que lo sufra, pero es algo tedioso tener que cargar en la conciencia que no puedo hacer lo que se me cante con la pierna, y tengo ganas de volver a mi vida normal, con mi pierna normal, yendo normalmente a los entrenamientos. Y lo peor de todo es que no tengo ni la menor idea de cuándo va a llegar el momento...
No hay comentarios:
Publicar un comentario