El otro día me habló ella. Me preguntó si estaba enojada, ya que hacía casi dos meses que no le hablaba. No sé si es de cagona o de boluda, pero me es imposible decirle a alguien las cosas que pienso sobre esa persona en su cara; no puedo. Está bien que para estar enojada con alguien tengo que tener mis buenas razones, y las tengo de sobra; todas las demás lo saben, pero ella no, y no puedo hacérselo saber. No me puede salir la hijoputez de adentro y bajarla del poni de una patada ninja; para mí las cosas no funcionan así, sería peor para ambas. Con el tiempo voy a ir insistiendo para que abra los ojos y se pueda dar cuenta sola de lo que está haciendo, de lo que le hace a la gente que la rodea, porque al final lo más probable es que salten todas al igual que yo y se quede más sola que un perro. Pero bueno, eso quedará en ella.
No hay comentarios:
Publicar un comentario